Recordando 1941
En una acción que revive la trágica destrucción de la presa de Zaporiyia en 1941, se denuncia que las fuerzas leales a Moscú han destruido la presa de Nova Kajovka en Ucrania. En aquellos tiempos, la demolición fue una estrategia soviética para evitar que los nazis la capturaran, causando una catástrofe con miles de vidas perdidas.
El horror vuelve a repetirse
Esta semana, una explosión similar sacudió Nova Kajovka, amenazando con otro desastre en la región sureña de Jersón. Las autoridades ucranianas acusan a las fuerzas rusas de la destrucción, que se encuentra en esa zona desde el inicio de la invasión el año pasado. Sin embargo, Rusia se desliga, atribuyendo el daño a los bombardeos ucranianos.
La consecuencia inmediata fue la evacuación de miles de residentes cercanos a la ciudad, ya que se espera que las aguas del embalse cubran sus hogares. Las primeras estimaciones sugieren que al menos 16.000 personas se verán afectadas, no solo en Jersón, sino también en la propia Nova Kajovka, actualmente controlada por el ejército ruso.
Las voces de los líderes
El presidente ucraniano, Voldodimir Zelenski, apeló al mundo en su condena del acto, describiendo a Rusia como “en guerra contra la vida, contra la naturaleza, contra la civilización”. Aseguró que, a pesar de este último golpe, Ucrania no se detendrá.
Además de las vidas humanas en peligro, también se teme que el desbordamiento de la central hidroeléctrica cause graves daños a los sistemas de irrigación de la región y a la producción de alimentos. Con Ucrania como uno de los mayores exportadores de cereales y productos agrícolas del mundo, las consecuencias pueden ser globales.
La tragedia de la presa de Nova Kajovka es una sombra del pasado que se cierne sobre Ucrania y el mundo. A medida que las aguas amenazan con inundar las ciudades y el futuro de los ciudadanos ucranianos pende de un hilo, la comunidad internacional observa con creciente preocupación.